Museos, convivencias en puntos calientes de actividad ovni o bien rutas por enclaves en los que han aparecido con mayor frecuencia, triunfan como alternativa turística.
En estos tiempos de crisis algunos visionarios parecen haber encontrado una tímida oportunidad de desarrollo económico en el escenario de la ufología. Y no nos referimos a la venta de libros -cada vez más difícil-, ni de vídeos o cualquier otro souvenir. Tampoco parece ser muy rentable la organización de congresos o jornadas de hermanamiento intergaláctico, ni contar historias tan increíbles como infumables en los shows de TV.
No obstante parece haber oportunidades para los emprendedores -ya saben, ese eufemismo que intenta evitar el denigrado término de “empresarios”- y estas vetas de negocio parecen estar en el terreno de un turismo más alternativo que ningún otro.
Museos como los de Roswell en Nuevo México, Point Please en Virginia Occidental y Victoria (Argentina) donde “la veterana ufóloga Silvia Pérez Simondini tiene en marcha desde hace años el Museo Visión-Ovni” –señala el artículo. También hay “museos extraterrestres” en Portland que ofrece servicios online y en Taipei (China), el cual cuenta con la friolera de 800 piezas en exhibición, sin olvidar el parque temático de Erich von Däniken Mistery Park en los Alpes Suizos.
También hay zonas que se relanzan turísticamente por ser proclives a las observaciones de ovnis, como Kishert, Kungur y Kudymkar, en Perm, Rusia. Otros sitios “elegidos” son Daian en China, Wycliffe Well Holiday Park en el norte de Australia y San Clemente en Chile así como se resalta que el tema ovni despierta actualmente gran interés en países como Turquía y China, de los cuales solemos tener pocas referencias sobre el tema.
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